Cada año durante las fiestas navideñas, siento mucho orgullo por ser mexicana. En esta temporada siento todas las culturas que llevo dentro de mí con más fuerza. Podría ser porque todos los 5 sentidos se me despiertan con los sabores de nuestra maravillosa comida, los colores brillantes de las luces y decoraciones, la música de las Posadas y toda la diversidad de nuestras celebraciones Indo-hispanas. Hay tradiciones tan bonitas que celebramos en esta temporada. Y aunque pienso que nos enfocamos demasiado en “la compradera”, de todos modos, sigue siendo la temporada más mágica del año.
En nuestra familia, la temporada comienza con el día de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe.
Uno de mis primeros recuerdos me lleva de regreso a mi niñez en Nogales, Sonora y Arizona. Era la costumbre que muchas familias en el lado mexicano de la frontera hacían una ofrenda a Nuestra Señora de Guadalupe y la ponían en las ventanas dando a la calle.
Mi mamá nos llevaba a pasear por los vecindarios para ver a las distintas formas en que la comunidad honraba a Nuestra Señora. Desde la distancia mirando hacia las lomas de Nogales, se podían ver las docenas de ventanas iluminadas con foquitos de muchos colores. ¡Era algo maravilloso!
Como mexicana, soy una clásica Guadalupana, y venero a la Morenita todos los días del año. Creo que es precisamente porque le llamamos la Morenita que tengo tanto amor por ella.
La leyenda dice que ella vino a las Américas para dar consuelo a los pueblos indígenas para aliviar un poco su sufrimiento. Me da consuelo ese pensamiento y siempre lo llevo en mi corazón. Hay otras explicaciones más cínicas sobre el milagro de Nuestra Señora de Guadalupe, como ya lo saben. Como que nuestros antepasados españoles inventaron la historia con el fin de convertir a los pueblos indígenas, pero yo sigo creyendo en ella.
Una costumbre encantadora que muchas latinas practican es en hacer pequeños altares o nichos a Nuestra Señora de Guadalupe. Cuando yo estaba criando a mi hija Sara, teníamos fiestas de Nuestra Señora de Guadalupe e invitábamos a los amiguitos a hacer nichos de cartón. Recogíamos pequeñas cajas, papel de China y cartulina, restos de otros diferentes papeles o telas, cualquier cosa que se nos antojaba o que podíamos encontrar. Así nos juntábamos a hacer los nichos y hacíamos fiesta.
Había una señora encantadora en Santa Fe, llamada Connie Hernández. Ella era muy devota y tenía una pequeña tienda religiosa donde se vendían estampitas religiosas de varios santos. Yo hacía mi carrera anual a con Connie para comprar las estampitas de Nuestra Señora de Guadalupe para poner en nuestros nichos. A los niños les encantaba esta actividad, pero siempre fue divertido ver a los adultos que querían participar también.
Aquí están algunos de los nichos, altares y arreglos que tenemos en nuestras casas y algunos que hemos hecho para esta ocasión especial.
Comadres, si tienen un santuario, nicho o altar para honorar a Nuestra Señora, nos encantaría verlos y publicarlos!
¡Felices Fiestas, Comadres!
¡Y que viva la Morenita!